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sábado, 9 de enero de 2010

EL GAUCHO JUSTICIERO

Para algunos era un cuatrero, un gaucho alzado, un fugitivo al que le cargaban todos los hechos delictivos sin resolver. Para otros era "Robin Hood", les robaba a los ricos (en especial a los que se aprovechaban de los paisanos) y les daba a los pobres y ayudaba a quien lo necesitara. Era un gaucho justiciero. Hacía lo que muchos no se atrevían a hacer. Era un vengador de sus desgracias. Es, en definitiva, un Santo popular.

A lo largo de todo el país se puede encontrar uno con las banderas rojas que lo identifican. Sus santuarios, a la vera de las rutas, se dejan ver a lo lejos y ya no hay persona que no identifique su identidad aunque no hay cartel que señale su nombre. Antonio Mamerto Gil Núñez, más conocido como "El Gauchito Gil" o como "Curuzú Gil" (del guaraní curuzú= cruz) es quizás uno de los más importantes representantes de lo que Marta De Paris denomina Santoral Profano Correntino (1988). Desde hace más de cien años tiene vigencia en su provincia, pero en los últimos años ha trascendido primero al litoral en especial Misiones y Formosa y luego al resto del país. Comprobamos la existencia de lugares de culto desde Salta a Ushuaia.

En Empedrado su devoción es igual que en toda la provincia. Muchas de las casas, sobretodo las de zona rural, tienen la imagen del Gauchito con el mismo “status” que la imagen de la Virgen de Itatí. La acción pastoral de la Iglesia católica se puede apreciar en los altares del Gauchito Gil: las familias que fueron evangelizadas lo tienen aparte, lejos de lo permitido por la fe católica. Un altar con María, Jesús, estampitas de San Cayetano y otros santitos; en otro, color rojo ardiente, el Gauchito- a veces acompañado de San la Muerte-. Todo es rojo en el cubículo que lo alberga: las velas, las cintas con pedidos, hasta el vino ofrendado es tinto.

Existen diferentes versiones acerca de la época y el motivo de su muerte. Se sabe que fue durante el siglo XIX, algunos sitúan estos hechos en 1890, para otros ocurrieron entre 1840 y 1848. Todos coinciden que su muerte aconteció el 8 de enero, que ocurrió en medio de las constantes luchas fratricidas entre los Liberales (o Celestes) y los Autonomistas (o Colorados), que el Gauchito era inocente y que fue muerto injustamente.


Era oriundo de la zona de Pay-Ubre, hoy Mercedes, Corrientes. Había sido tomado prisionero por el Coronel Zalazar acusado injustamente de desertor y cobarde. Fue trasladado a Mercedes y de allí sería enviado a Goya donde se encontraban los tribunales. Era sabido que los prisioneros que tenían ese destino jamás llegaban a Goya, siempre "habían intentado escapar en el camino, se producía un tiroteo y el preso irremediablemente moría". El pueblo se entera de la prisión de Gil y se moviliza buscando apoyo en el Coronel Velázquez, quien junta una serie de firmas y se presenta ante Zalazar para interceder. Este hace una nota dejando al Gauchito en libertad que fue remitida a Mercedes pero ya había sido llevado hacia los tribunales.

La tropa integrada por el prisionero, un sargento y tres soldados se detiene en un cruce de caminos. El Gauchito sabía que lo iban a ajusticiar y le dice al sargento: "no me matés porque la orden de perdón viene en camino" a lo que el soldado replica "De esta no te salvás". Antonio Gil le responde que sabía que finalmente lo iban a degollar pero que cuando el regresara a Mercedes le iban a informar que su hijo se estaba muriendo y como él iba a derramar sangre inocente que lo invocara para que él intercediera ante Dios por la vida de su hijo. Era sabido que la sangre de inocentes servía para hacer milagros. El sargento se burló y lo ejecutó.

Con respecto a la forma de morir existen varias versiones: Lo ataron a un poste o un árbol y le dispararon con armas de fuego pero ninguna de esas balas entró en el cuerpo ya que la creencia popular dice que quien lleva el amuleto de San la Muerte no le entran las balas y se afirma que el Gauchito era devoto del "Santito". Entonces el sargento ordenó que le colgaran de los pies y allí lo degolló. Otra versión supone que murió luego de varios intentos de disparos con armas, porque una bala finalmente entró en el corazón. La última cuenta que fue colgado de un algarrobo, cabeza abajo y luego degollado, porque tenía el poder de hipnotizar a las personas "con sólo mirarlas a los ojos".
La partida volvió a Mercedes y allí el sargento se entera del perdón y, recordando las últimas palabras del Gauchito, se dirigió a su casa donde entera que su pequeño hijo está muy grave, con fiebre altísima y el médico lo había desahuciado. Entonces se arrodilla y le pide al Gauchito que interceda ante Dios para salvar la vida de su hijo. Al llegar la madrugada el milagro se había hecho y el niño se había salvado. Entonces el sargento construyó con sus propias manos una cruz con ramas de ñandubay, la cargó sobre sus hombres y la llevó al lugar donde había matado al gauchito. Colocó la cruz, pidió perdón y agradeció. La cruz dio el nombre al cruce de caminos y, con el transcurso del tiempo, se convirtió en un lugar de peregrinación.

Las historias que inundan la creencia popular son infinitas. Entre ellas se cuentan dos historias acerca del paraje donde se levantó el santuario y del deseo del Gauchito de seguir permaneciendo en ese lugar:
Con los años era tanta la cantidad de promesantes que iban a visitar al santo y le encendían velas, que el dueño de la estancia sintió temor que le incendiaran el campo y hace llevar el cuerpo al cementerio local. Dicen que este estanciero era un hombre rico, con una familia sana y bien constituida. Pero desde el momento que decide sacar de allí el oratorio comenzó a tener problemas económicos, muere uno de sus hijos de una extraña enfermedad, la hacienda se enferma y los campos se iban secando. Él mismo cae en cama y los médicos no aciertan con el diagnóstico. Un día una mujer que habían llamado para que lo curara le dice que iba a mejorar cuando volviera a traer el oratorio del Gauchito a su lugar. El estanciero construyó un mausoleo junto con una cruz tallada en fina madera en el sitio donde murió y cedió además un amplio espacio. A partir de ese momento todo mejoró para el dueño del campo. El Gauchito siguió enterrado en el cementerio local pero el lugar de su muerte se convirtió en centro de culto.
Cuando se asfaltaba la ruta los ingenieros decidieron que lo más práctico era trazar una línea recta para acortar distancias a pesar que ésta pasaría por encima del oratorio del Gauchito, y por lo tanto, era necesario moverlo. Los operarios dijeron que "no era bueno pasar por arriba de tierra sagrada para los correntinos" pero los empresarios ignoraron esa advertencia.

Muchos peones se negaron a cumplir la orden y renunciaron. Cuando estaban cerca de la zona en cuestión las máquinas se negaban a avanzar, ni los operarios, ni los mecánicos ni los jefes lograban ponerla en funcionamiento si la dirección era hacia el santuario. Los operarios comenzaron a desertar porque pensaban que todo era obra del Gauchito que se negaba a que lo sacaran de ese lugar. Ante tantas dificultades deciden respetar el recodo y que el camino haga una curva. Se respeta así el Oratorio y los ingenieros piden perdón y protección para la obra.

Muchos de los peregrinos que no logran reunir el dinero para viajar al santuario principal en Mercedes se quedan a saludar al Gaucho en los pequeños santuarios familiares de cada paraje. Por la ruta nacional 12, mano a Corrientes, cruzando la curva del Río Empedrado se encuentra uno de los santuarios más pintorescos de la zona, el de la familia Romero. La fiesta, con música, conjuntos en vivo, asado, chipá, cerveza y vino, mucho vino comenzó en la víspera al 8 de enero.

Dedicando el día exclusivamente a conmemorar el paso a la eternidad del Gaucho milagroso, la fiesta se deja escuchar desde lejos, llevada por la brisa de un verano sin energía eléctrica. Miles de adjetivos podrán darles al Gaucho, hasta quizás no sea milagroso, pero nadie puede negar la importancia de su presencia y los valores de justicia que representa. Si los habitantes de estas tierras lo tomaron como Santo, no podemos negarle esa condición. Si estar con amigos, compartir un buen momento y pensar en el futuro con esperanza fuera un milagro, ése, ni la Iglesia podría negárselo al Gaucho Gíl.

Datos extraídos de "ALMAS MILAGROSAS, SANTOS POPULARES Y OTRAS DEVOCIONES" por María de Hoyos y Laura Migale, Edición NAyA Imágen: Mutantes en la noche

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